NOGALES, Son.- Nosotros amamos a Guaymas. Es un puerto hermoso, pero en permanente desgracia. Los gobernantes de ese puerto, la clase caciquil, ha hecho de Guaymas un pueblo infeliz.
Desde hace décadas los Gobiernos municipales, diputados locales y federales han estado secuestrados sólo por la alta clase social de Guaymas, con algunas excepciones en los últimos años, como el caso de Heriberto Aguilar, actual Secretario de Infraestructura; la actual alcaldesa Karla Córdova, además de Bernardino Cruz Rivas, por el PAN, en su momento por allá en el año 2000, y algunos otros.
Este año, al inicio de su Gobierno, Alfonso Durazo Montaño, decide meterle un chorro de lana al Puerto, primero con la planta de gas licuado, pero también al embellecimiento del área urbana. Y eso es lo que se debe hacer, sacarle leche a la vaca, pero también alimentarla, cosa que no hacen los demás, los caciques esos de que hablamos al principio…
Este martes el gobernador Alfonso Durazo Montaño supervisó las obras de rehabilitación de la avenida Serdán, en la ciudad de Guaymas, proyecto que forma parte de la rehabilitación integral del puerto y la ciudad.
El mandatario explicó que estas acciones de infraestructura cuentan con una inversión de 119.6 millones de pesos y forman parte del proyecto estratégico de conectividad para hacer de Guaymas un punto logístico de excepción que se consolidará como una puerta para el suroeste de Estados Unidos y el noroeste de México hacia la cuenca del Pacífico y los países de Asia.
Bien por Guaymas y mis amigos y hermanos de ese bello Puerto. Al fin podría ocurrir que la Maldición del Turco, lanzada por el Maldecido Plutarco Elías Calles, sea superada y Guaymas alcance un mayor progreso y deje de ser una aldea de pescadores.
Les explico, lector, lectora: En la psiqué social de Guaymas hay una maldición que les pesa como bote mezclero en el lomo, y más cuando se prolongan las tristezas y pobrezas del puerto, y a esas épocas de pobreza, le llaman “El Piojillo”.
Cuando andas bien ruino. “Me agarró el piojillo y no me suelta”, dicen platicando en medio de esas sucias calles y el sol enfurecido sobre sus cabezas, a 47 centígrados.
Pues bien, debo decirles que también pesa como un fantasma, la llamada Maldición del Turco. El Turco, era el apodo de Plutarco Elías Calles, quien fue profesor y tesorero de Guaymas, y lo sorprendieron robando, y lo despidieron. Además lo obligaron a regresar el dinero que se robó. Y eso está en Actas de Cabildo de Guaymas, si es que no las han desaparecido.
Pues bien, cuando se vino la Revolución Mexicana, y El Turco ganó a río revuelto, lanzó una frase lapidaria contra el bello puerto que le dio casa y sustento. Desagradecido el bato.
Pues Plutarco dijo despectivo: “Guaymas nunca dejará de ser una aldea de pescadores”.
… Y cuando El Piojillo arrasa a los guaymenses, el fantasma de la maldición del Turco se pasea por la mente de los habitantes de Guaymas.
Por eso deseamos que esta inversión encabezada por el gobernador Alfonso Durazo Montaño sea el inicio de una nueva era para Guaymas y todos sus habitantes. Para mis hermanos y amigos de Guaymas. Nos vemos porque ya va a zarpar el barco.